El grunge se originó en un local de música en Seattle. Lo que comenzó como una vocación contracultural al gasto excesivo experimentado en los 80 y un desencanto hacia la sociedad, se convirtió en una verdadera moda en los noventa.
La vestimenta grunge escapaba de la estética convencional: varias capas de ropa desalineadas y que no tuvieran nada que ver. La incongruencia era parte de la moda, por ejemplo las mujeres usaban remeras de seda con jeans rotos y sacos extra grandes. Hombres y mujeres por igual, usaban pelo lacio y largo, gorras para atrás, camisas a cuadros, jeans rotos y botas militares o zapatillas converse. Parte sustancial de esta “no moda“ era su accesibilidad económica, los jóvenes compraban las prendas en thrift shops y ejércitos de salvación por monedas.
Sin embargo, no paso mucho tiempo hasta que se comercializara. Hasta la revista Vogue le dedicó una edición a esta moda en 1992, se llamó “Grunge & Glory“. Marc Jacobs, en ese momento director creativo de la casa de moda Perry Ellis, tomó los elementos básicos del grunge y los convirtió en prendas de lujo. La colección fue novedosa y controversial, pero un fiasco en términos económicos y Marc terminó siendo despedido. A pesar de esto, marcó un hito en el mundo de la moda e introdujo nuevas siluetas a la pasarela.
Como la moda vuelve, ya hace algunas temporadas que vemos indicios de que el Grunge volvió para quedarse. No solo en la ropa sino también en el maquillaje y el peinado: labios oscuros o directamente nude, ojos marrones y pelo estrategicamente desprolijo.
Buzo, Jean, Collar, Camisa (atada a la cintura!), Zapatillas, Campera (si es de hombre, mejor) Mochila, Anillos.
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